A pesar que la escolarización
obligatoria supone una ampliación considerable de los contextos de
socialización externos al hogar, cobrando una importancia creciente, la familia
continúa ejerciendo una influencia notable
sobre el niño.
Tanto la escuela como la familia
son portadoras de la función que les es asignado y ésta es el determinante
principal de cuales características psicológicas se acentúan y cuáles se
transforman.
Se parte en todo momento de
considerar, por eso, a la familia, como una institución social desde su
carácter como sostén biológico,
afectivo, económico del sujeto y a la vez por su dinámica interna, como
un grupo a través del cual el sujeto adquiere las cualidades primarias de
subjetividad que lo distinguen como ser
social, portador en si mismo de las características principales que lo
distinguen como perteneciente a un determinado régimen social.